Liderazgo Kumano… sorbo a sorbo
La misión del líder es guiar, desde el presente hacia el futuro. En este nuevo capítulo, Pau Doménech reflexiona sobre la importancia de la visión del líder. «La visión va antes que la estrategia, los objetivos y los planes de acción. La visión es responsable de clarificar la dirección en la que la empresa quiere moverse. Una vez visualizado el futuro e identificada la dirección, puedo comenzar a trazar el camino”, advierte el ex directivo de Adisseo.
III.- EL CAMINO DEL LÍDER. El líder es un referente que dibuja un camino que otros no ven. Ilusiona e inspira a sus colaboradores y les invita a seguirle.
El camino del líder… hacia el futuro
Una puntualización antes de dar el primer paso. Cuando hablo de líder no me refiero exclusivamente al top-manager, al CEO de la compañía. Utilizo la palabra líder en un sentido más amplio. El liderazgo tiene que extenderse a toda la organización. El buen líder no es el que genera seguidores, es el que promueve la aparición de otros líderes. Líder de líderes.
A menudo cometemos el error de hablar de jefe de turno, departamento, sección…, cuando en realidad tendríamos que hablar de líder de turno, departamento, sección. Todo buen equipo necesita un buen líder. Un buen líder marca la diferencia.
Camino es movimiento y en su camino el líder tiene una relevante misión que cumplir: “guiar”. Guiar a la empresa, al departamento, al equipo, a la compañía, al país, a su propia vida…, desde el presente hacia el futuro.
El futuro es muy importante. Es indispensable pensar en el futuro. Debo evitar cometer el frecuente error de focalizarme exclusivamente en el día a día, a pesar de que hay momentos en que los problemas del presente son tan abrumadores que parece que no tiene sentido pensar en el largo plazo.
El futuro se puede… ¡crear, o sufrir!
El futuro no es algo inmóvil, lejano, escondido detrás de la línea del horizonte.
El futuro se mueve, y siempre acaba apareciendo. Si me quedo quieto y no voy hacia su encuentro, él vendrá hacia mí. Si no pienso en él, si no movilizo los recursos necesarios para crearlo, cuando llegue estaré en el sitio equivocado.
Crear el futuro implica a menudo tener que impulsar cambios relevantes, pero lo contrario, sufrir el futuro, equivale a que tarde o temprano tendré que adaptarme a estos cambios, ¡para sobrevivir! Según mi comportamiento, el futuro puede convertirse en un escenario de progreso, o en un escenario de pesadilla.
Y ya que hablamos del camino del líder, me parece buen momento para dar un pequeño rodeo alrededor del camino, de la misión, de los directivos.
De forma básica la función de los directivos, sea cual sea el nivel que ocupen en la organización, se debe concentrar en tres aspectos: Gestionar procesos, dirigir personas, y además promover el cambio.
Atención al tercero, no debo quedarme solo con los dos primeros!!! Como directivo, no me pagan por mantener el orden, me pagan por promover el cambio. Dicho de otra forma, el camino de un directivo pasa obligatoriamente por dos estaciones: pilotar el presente y crear el futuro.
Pero a menudo los directivos, abducidos por la llegada problemas inesperados y la presión de resultados inmediatos, cometen el error de concentrarse exclusivamente en tareas urgentes y, debido a la falta de tiempo y la ausencia de visión, se olvidan de las esenciales tareas de reflexionar, priorizar, anticipar y crear el futuro.
El buen líder nos conduce desde el presente hacia el futuro, y en el camino saca lo mejor de cada uno. Qué bueno si nos contara como lo consigue…
La visión del líder
La misión del líder es guiar, desde el presente hacia el futuro.
El líder para guiar necesita la visión, necesita visualizar el futuro. Realizar el ejercicio mental de imaginar y visualizar el futuro deseado: ¿A dónde quiero ir?, ¿cuál es mi isla de llegada?, ¿qué quiero ser de mayor?
La visión es fundamental porque permite identificar la dirección, el rumbo. Una buena visión es indispensable para guiar a las personas y tomar las decisiones adecuadas. La visión es el faro que permite guiar.
Para avanzar, la velocidad es importante pero la dirección es mucho más importante que la velocidad. Prefiero equivocarme en la dirección correcta que acertar en la dirección equivocada. Hay personas, directivos, que son expertos en acertar…, pero a menudo lo hacen en la dirección incorrecta. Ganar la carrera no solamente implica ir más rápido que los demás, implica también avanzar en la buena dirección.
Como líder, para guiar hacia el futuro, necesito saber hacia dónde quiero ir, si no sé adónde quiero ir, andar más rápido solo servirá para perderme antes. El sentido de dirección tiene que ser muy claro y sencillo, si es complicado o difuso no será útil. Para un grupo de personas, no hay nada más desmotivador que el no saber hacia dónde se va. Aquel que no sabe adónde va es mejor que no lleve pasajeros.
En esta etapa de visualizar el futuro debo atreverme a “soñar”. Aprender a reconocer el poder de la imaginación y los sueños. Los sueños son anteriores a la lógica de la razón. Grandes sueños, pequeños sueños…, nada importante ocurre sin que antes haya sido soñado. El éxito sólo es posible si sueñas con él. Las empresas, al igual que las personas, necesitan soñar.
La visión va antes que la estrategia, los objetivos y los planes de acción. La visión es responsable de clarificar la dirección en la que la empresa quiere moverse. Una vez visualizado el futuro e identificada la dirección, puedo comenzar a “trazar el camino”.
Un trazado quizás con pocas rectas, y posiblemente con muchas curvas, pero siempre avanzando en la dirección correcta. Dibujar el camino en forma de un plan de acción preciso y concreto, ¡sin sueños!
La visión no es una meta, en realidad engloba todas mis metas. Ahora es el momento de fraccionar el avance en varias etapas con metas realistas, objetivos alcanzables, indicadores cuantificables, lugares de paso, plazos, etc… Una detallada planificación con el fin de optimizar el uso de mis recursos y concentrar los esfuerzos de mis colaboradores. El plan de acción permitirá transformar la visión en realidad.
El líder guía con la visión, sí, pero… ¿cómo movilizo a mis colaboradores?
El propósito del líder
En realidad, la misión del líder es: “guiar y movilizar”. Guiar con la visión y movilizar con el propósito. La visión es el faro que permite guiar. El propósito es la atracción hacia la meta.
Un propósito que ilusione e inspire, que genere entusiasmo y movilice a mis colaboradores. Nadie da lo mejor de sí mismo por algo que no valga la pena. Nunca obtengo lo mejor de las personas cuando solo me limito a dar órdenes, primero debo crear el propósito, luego podré exigir.
Saint Exupery decía: “Para construir un barco, no empieces comprando madera, organizando el trabajo, cortando tablones, evoca primero a tus colaboradores la imagen y el anhelo de un mar amplio y libre…, el resto vendrá solo”.
Generar una ilusión es el paso previo para la motivación. Los buenos líderes nunca empiezan dando una orden, empiezan generando una ilusión. Hay directivos que dirigen y líderes que ilusionan e inspiran. Como líder debo inspirar a mis colaboradores a aprender más, a hacer más, a crecer más, a soñar más…
Y aquí vuelvo a utilizar la palabra soñar. Básicamente hay dos cosas que impulsan a las personas a moverse: el miedo y los sueños. El miedo empuja, te hace “huir de”, los sueños atraen, te hacen “ir hacia”. “Huir de” es muy distinto de “ir hacia”. Crear un propósito en forma de relato o historia que invite a soñar. Los sueños ayudan a agrupar todos los esfuerzos en la misma dirección.
El propósito es el “para qué”. Lograr que mis colaboradores me sigan. Como líder debo poder decir “Chicos, seguidme, vamos allá, ¡vale la pena!”. Crear un propósito es posiblemente una de las mayores aportaciones de un líder.
Siglo XIII, un viajero llega a Burgos, encuentra a un cantero y le pregunta: ¿Qué estás haciendo? Estoy tallando un bloque de piedra. Más adelante el viajero encuentra a otro cantero y repite la pregunta. Estoy construyendo una catedral. El trabajo es el mismo pero el propósito marca la diferencia.
El propósito aporta sentido a la empresa, al trabajo, a la vida… Creo en lo que hago y sé porque lo hago. Un propósito atractivo facilita la creación de un sentimiento de pertenencia y actúa de pegamento. Formar parte de un proyecto que te ilusione te impulsa a ser la mejor versión de ti mismo y te permite ser mejor cada día.
El buen líder genera expectativas ilusionantes para despertar a las personas, pero está muy atento a no crear expectativas que no pueda cumplir. La frustración generada por una expectativa no satisfecha es prácticamente irreversible y puede bloquear todos los proyectos de cambio.
Guiar con la visión y movilizar con el propósito…, dos valiosos pilares para liderar un proyecto de empresa o, ¿por qué no?, un proyecto de vida.
El líder explorador
Siglo XVI, hace ahora 500 años, Magallanes y Elcano, acompañados de un puñado de atrevidos, abandonan el mundo conocido, traspasan la frontera y se lanzan a la aventura. Olvidan los imposibles, rompen paradigmas, y demuestran que la tierra es redonda. Exploran y descubren. Lo hacen sin GPS, sin certezas, sin cartas de navegación, solo con su intuición y el mapa de las estrellas.
Los directivos tenemos que recuperar la capacidad de explorar. Digo recuperar porque está capacidad la hemos tenido cuando éramos niños. El líder explorador, al igual que el niño, siente curiosidad y “se atreve” a explorar. Experimenta, aprende, se arriesga, se deja sorprender y…, sin miedo a la posibilidad de equivocarse, descubre nuevos caminos, lugares donde nadie ha estado.
Los humanos somos expertos en proporcionarnos zonas de confort para vivir. En general, amamos la estabilidad y el orden. Cuando del entorno nos lo impone, estamos más o menos acostumbrados a tener que adaptarnos para sobrevivir, pero nos cuesta mucho movernos para cambiar por voluntad propia.
Los procesos de evolución de la humanidad, de forma básica, comienzan por la llegada de las crisis que ponen al mundo patas arriba y arrasan con la zona de confort. A partir de ahí, para sobrevivir, nos vemos obligados a pensar lo impensable, a romper los paradigmas, y a inventar una nueva realidad en la que asentarnos.
El líder explorador ve más allá y con su visión es capaz de “anticiparse”.
Agita a sus colaboradores, crea un propósito atractivo e impulsa a la gente a cambiar. Cuando todo va bien, sin esperar a la llegada de la crisis, aprovecha épocas de calma para promover cambios relevantes y, con grandes o pequeños pasos, progresa hacia la nueva realidad. ¡Crea el futuro!
Tenemos que admitir que el entorno está cambiando. Donde antes había certezas, orden, un sendero definido…, ahora encontramos incertidumbre, confusión, una senda cubierta por la maleza… Un viento inesperado ha desordenado las páginas del libro, podemos leerlas, pero no encontramos el sentido. Necesitamos referencias que nos proporcionen sentido y seguridad.
El líder explorador ejerce de referente. No se limita a esperar certezas y utiliza la “intuición” para dibujar un camino que otros no ven. Una intuición no entendida como un don divino sino basada en su experiencia y conocimiento. Confía en sí mismo y cree en lo que hace.
Sabe que la perfección no existe, asume que se puede equivocar y, a pesar de no tenerlo claro, nos invita a acompañarlo: Vamos, es por aquí, más o menos… Es un referente que unifica a las personas y las impulsa a cooperar, en lugar de competir. Un líder al que vale la pena seguir.
Atrevimiento, anticipación e intuición, tres aspectos esenciales para evolucionar en entornos de incertidumbre, cambios y crisis.
* Nota: Esta reflexión sobre LIDERAZGO forma parte de la entrega ‘Liderazgo Kumano… sorbo a sorbo’ escrita por el experto en liderazgo Pau Doménech en su perfil de Linkedin durante el pasado confinamiento en marzo de 2020. En ese tiempo, el escritor del libro Liderazgo Kumano compartió una página diaria durante los 42 días que duró la etapa más dura de la pandemia. Un material que nos invita a acompañarle por los senderos de la dirección y el liderazgo. Desde Canal Empresa hemos dividido sus reflexiones en siete bloques.