Fernando Trías de Bes es un referente en innovación disruptiva y uno de los mayores expertos españoles en management de las nuevas organizaciones. Autor de grandes ensayos relacionados con la economía, creatividad o innovación, El libro negro del emprendedor es uno de los títulos más recomendados para personas que se inician en la aventura del emprendimiento. Aprovechamos su participación en Encuentros de Empresarios que coorganiza Fundación Caja de Burgos para entrevistrarle.
9 de junio de 2017
CANAL EMPRESA | CRISTINA ULLOA
-En tu libro ‘El Libro Negro del Emprendedor’ desmitificas el concepto de ‘la gran idea’, y subrayas que lo importante es la forma, la aplicación de esa idea. ¿Asociamos erróneamente la figura del emprendedor exitoso con las grandes ideas?
R.- Totalmente, hay una obsesión con la idea. Parece que el gran emprendedor es aquel que ha tenido la ‘’gran idea’. Sin embargo, el cementerio de historias empresariales está lleno de grandes ideas. De hecho, las probabilidades de que una idea triunfe son mucho menores.
Es cierto de que si éstas triunfan se convierten en notorias y el retorno de la inversión es bestial, pero el problema es que se produce un sesgo en la difusión que se da porque todas las grandes ideas que se han ido a la basura no se documentan. Como se documentan las que sí triunfan, tendemos a pensar que las grandes ideas son las que consiguen el éxito.
Yo he visto muchos más emprendedores con ideas en las que no hubiera dado un duro, ideas mediocres, pero con una implementación y una ejecución brillante. Sin embargo, una idea brillante suele acabar teniendo ejecuciones mediocres porque son muy difíciles de ejecutar, sobre todo por falta de recursos. La idea puedes copiarla, la idea no es tan importante.
-¿Por qué un negocio que no da beneficios desde el principio no suele darlos más tarde?
R.- Lo que sostengo en el libro es cuanto antes hay que saber si da beneficios o no. Y eso no es un tema que tú debes saber al cuarto o quinto año. No. Te lo has de plantear de una manera distinta. Mucha gente cuando presenta el plan de negocio dice: ‘Bueno, yo planteo que podemos entrar en beneficio a partir del 3 y 4 año’, y digo, ¡No!, hazlo al revés: ¿Cómo debería ser la escena para entrar en beneficio desde el primer año?
De alguna manera, es por hacer ver que lo que hace sostenibles a las empresas es el bottom line no son las ventas. Y saber si un negocio es susceptible de generar dinero es lo que más rápido se ha de conocer.
-“Un sector de actividad atractivo es un generador de liquidez, mayor que un socio capitalista o una entidad financiera” ¿Si tuvieras que emprender hoy en España por qué sectores apostarías?
R.- Por ejemplo un sector que está tirando muchísimo es el turístico, de hecho nos está yendo muy bien estos años gracias a él. Pero también son una oportunidad los sectores poco profesionalizados. Por ejemplo, dentro del mundo de las artes escénicas o producción audiovisual hay profesionales pero no todo el mundo aplica las técnicas de management o gestión empresarial con la fuerza que se hace en otros sectores.
-Muestras tu rechazo hacia la máxima de ‘Crecer o Morir’ que tanto se inculca en el mundo empresarial . ¿El crecimiento está sobrevalorado?
R.- Montar una empresa es bastante sencillo lo más difícil es hacerla crecer. Crecer genera problema de toda índole; crecer no es que sea bueno o malo, pero efectivamente, no es la única opción. Y me explico: lo que te mantiene es la excelencia, no el crecimiento. Hay una estadística reciente de The Economist que dice que el 90% de los cierres empresariales se producen por tres motivos: mala gestión de stocks, morosidad o mala gestión del crecimiento.
-Emprendimiento, creatividad, innovación…. Parece que son términos reservados a las aulas de las Escuelas de Negocio, siendo habilidades y procesos que se pueden aprender desde etapas más tempranas. ¿Qué falla?
R.- Todo el sistema educativo occidental está muy anclado en el método empírico-analítico. El sistema educativo va a propugnar el desarrollo de la memoria –que es importante- y el aprendizaje de protocolo, el desarrollo de un pensamiento analítico. Pero el pensamiento analógico, que es donde proviene el pensamiento creativo, se trabaja solo en Bellas Artes, en Diseño, en Arquitectura, Publicidad, y está bastante fuera de los planes de estudios. Es un tema puramente de tradición y herencia del sistema educativo, y desde luego precisa un cambio cultural que nos va a llevar muchos años.
-En tu charla de hoy ‘Seres Excepcionales’ vas a hablar de personas que retan el sentido común y cómo terminan siendo piezas claves para las organizaciones . ¿Qué aportan estos perfiles más creativos, más ‘desafiantes’ a las empresas y organizaciones?
R.- Las empresas necesitan puntos de vista nuevos, gente que cuestionen el Status Quo, personas que cuestionen si las cosas que hacemos tienen o no una razón de ser. Esto es muy habitual en las empresas; muchas veces se siguen haciendo cosas porque se hacía así desde hace mucho tiempo pero los motivos que dieron origen a aquello ya han desaparecido, han quedado obsoletos. Es cierto que a veces se les puede ver como personas incómodas porque al final las compañías, las organizaciones vivimos de hacer las cosas de la misma manera y de tener los procedimientos muy bien protocolizados pero en un entorno de incertidumbre tecnológico también es importante tener personas así. Pero de la misma manera esas personas que cuestionan y crean, luego también necesitamos los ingenieros o los economistas para dar sentido y aterrizar. La creatividad no es solo el pensamiento disruptivo, es pensamiento divergente y pensamiento convergente; cuestiono pero luego conecto. Destruyo para luego construir.
Ese es el primer paso necesario de todo proceso creativo pero luego tiene que acabar fructificando con una idea y, a poder ser, evidentemente rentable. La creatividad –déjame decirlo así- no es una paja mental, la creatividad aplicada se convierte en innovación y se convierte en valor, en ahorro de costes o en generar más beneficios.
-¿Cómo define el término innovación Fernando Trías de Bes?
R.- Creatividad aplicada a la captura de valor, y para mí la diferencia entre creatividad e innovación es un cliente.