Una reflexión del director del ITCL sobre el potencial de la innovación abierta y la inteligencia colectiva ante una emergencia pandémica, y cómo podemos incorporar estas experiencias a nuestras sociedades

28 de abril de 2020

Colabora: JOSÉ MARÍA VELA, director gerente del ITCL

Este es un buen momento para recordar lo que el científico inglés, investigador en evolución humana, Charles Darwin, dice su libro “El origen del Hombre y la selección”, publicado en 1871: «aquella tribu que cuente con muchos miembros con un alto grado de patriotismo, fidelidad, obediencia, valor.. dispuestos a ayudarse los unos a los otros y a sacrificarse a sí mismos por el bien común, claro está que prevalecerá sobre las demás” .

Esta pandemia ha puesto en marcha movimientos de muchas personas dispuestos a ayudar, en primer plano, los profesionales de la salud, y a su lado, muchos otros colectivos dispuestos a sacrificarse por el bien común.

Quiero hacer una reflexión desde el punto de vista de la tecnología.

Un primer movimiento ha sido la comunidad coronavirus makers, que se crea el 13 de marzo y diez días después ya está formada por más de 10.000 makers que se coordinan en España vía Telegram para crear mascarillas, pantallas de protección, respiradores,… ha sido un ejemplo de respuesta en un tiempo récord para el diseño de soluciones y fabricación especialmente de pantallas protectoras, (más de 350.000 pantallas impresas en 3D entregadas al 30 de marzo, de estas 9000 en Burgos y provincia).

Esta comunidad es un ejemplo de respuesta rápida a las primeras necesidades iniciales para centros de salud, cuando la urgencia era la prioridad. Después de esta iniciativa, el 1 de abril el Ministerio de Industria Comercio y Turismo publicó las guías para la fabricación de mascarillas y ropa de protección, y algunas Comunidades ya no admitieron estos productos, si bien siguen fabricándose para atención primaria y residencias de mayores, y sigue teniendo todo el sentido esta ayuda hasta que se normalicen los suministros.

RETOS POSTERIORES

Un reto posterior de mayor complejidad supuso el diseño, fabricación y homologación por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios del producto respiradores o ventiladores mecánicos.

Contar con un número suficiente de estos dispositivos puede ser una de las razones que explica la diferencia entre las tasas de supervivencia de unos y otros países.

En España, antes de la pandemia, estábamos a la cola de países en cuanto a número de respiradores por cada 100.000 habitantes, con 30 equipos. Muy por detrás de Canadá, con 60, y Estados Unidos, Alemania o Austria con 100

En este momento la demanda mundial está desbordada, tendríamos que hacer compatible la fabricación nacional y el mercado internacional

Los makers han realizado desarrollos en este campo, sobre todo para fabricar los respiradores necesarios para asistir a pacientes sin necesidad de entubar. Esto es lo que se conoce como ventilación no invasiva y que suele aplicarse mediante mascarilla, que suministran un aire enriquecido con oxígeno al pulmón.

Para casos críticos en UCI se requieren ventiladores más precisos y complejos, máquinas que permiten introducir aire enriquecido en el pulmón y extraer los gases sobrantes de acuerdo a las necesidades de cada paciente.

El 27 de marzo, días después de comenzar estos desarrollos, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) definió los requisitos mínimos de seguridad, la documentación técnica y pruebas mínimas a realizar para la homologación de respiradores/ventiladores antes de su utilización en pacientes.

Se pusieron en marcha numerosos prototipos realizados por makers, universidades, centros tecnológicos, ingenierías, empresas industriales, que fueron presentados a la AEMPS para su homologación.

En los últimos días, estos son algunos proyectos que cuentan con homologación de la AEMPS:

  • La empresa de electrodomésticos Balay, en Zaragoza, que ha modificado su línea de producción de lavavajillas para fabricar los respiradores mecánicos para los enfermos por coronavirus más críticos.
  • El proyecto impulsado inicialmente por voluntarios de la red ResistenciaTeam, por la Universidad de Oviedo y el Hospital Universitario Central de Asturias. Han generado documentación en código abierto para que cualquier persona con impresora 3D pueda imprimir las piezas desde cualquier lugar y se desarrollen respiradores automáticos que puedan donar a los servicios sanitarios locales
  • El Consorcio de la zona franca, en Barcelona, junto a compañías como HP y el Centro Tecnológico Leitat, ha diseñado un respirador de campaña, que no de UCI, del que aseguran que pueden llegar a producir entre 50 y 100 unidades diarias.
  • Proyectos impulsados por las Universidades de Málaga y la Rey Juan Carlos de Madrid.
  • Proyecto en Burgos liderado por la empresa Útiles y Galvanotecnia Lacalle, Tequipo y asesorado por médicos de varios servicios del Hospital Universitario de Burgos (HUBU). Proyecto pendiente de pruebas y homologación.
CONCLUSIONES
  • El enorme potencial de las iniciativas de innovación abierta, iniciativas de makers, de startup, integradas por ingenieros, diseñadores, fabricantes, científicos para responder con rapidez a necesidades urgentes.
  • El potencial de la inteligencia colectiva y colaborativa (acceso a aplicaciones de ingeniería colaborativa) para identificar problemas, calificarlos, diseñar soluciones y fabricar de forma rápida soluciones.
  • Diseños abiertos a todo el mundo: ejemplos de liberar patente respiradores la empresa irlandesa Medtronic (uno de los principales fabricantes europeos), o planos, instrucciones etc del diseño de ResistenciaTeam (Proyecto de Asturias)
OPORTUNIDADES
  • Aprender de los errores de previsión, planificación y falta de liderazgo
  • Potenciar el tipo de redes de respuesta rápida a necesidades urgentes basadas en la tecnología y las redes colaborativas.
  • Desarrollar la industria local para respuesta rápida a emergencias

Comparte esta información