"Muchas personas con lazos en el medio rural quieren volver a su pueblo, lo que pasa es que no hay trabajo y se apoya muy poquito a los emprendedores que sí que tienen ideas para crear pequeños negocios”. El cofundador de Usanza, Aitor García, explica la experiencia de montar una pequeña empresa de industria alimentaria en un pequeño pueblo de 300 habitantes. Desde Quintana Martín Galíndez distribuyen sus productos culinarios a restaurantes de alta cocina de Bilbao, Burgos o Santander.

12 de agosto de 2022

Usanza es una empresa de productos elaborados, cocinados y envasados con destino al sector hostelero. Su obrador y cocina se encuentra en Quintana Martín Galindez (Burgos), una pequeña población de la comarca de Las Merindades que apenas supera los 300 habitantes.

Aitor García es, junto a su socio Alfredo Ojeda, el responsable de este proyecto innovador enmarcado en la industria alimentaria donde se elaboran productos de quinta gama, de forma tradicional, pero utilizando procesos y técnicas punteras, como pasteurización y esterilización a bajas temperaturas para asegurar la conservación óptima del producto.

Durante su participación en la conversación de la campaña La Experiencia de Emprender, el bilbaíno asegura que “el arraigo al territorio” (tienen casa en la localidad vecina de Oña), por un lado, y las “facilidades que les brindó el ayuntamiento de Quintana Martín Galíndez para iniciar su actividad en su polígono industrial”, por otro, fueron las razones por las que se asentaron en este pueblo del norte de la provincia de Burgos, un nudo estratégico de comunicaciones que les permite distribuir sus productos a los restaurantes de País Vasco, Castilla y León y Cantabria.

“Nuestro amigo Pedro nos dio uno de los mejores consejos que pudimos recibir. Nos dijo que intentáramos, por duro que fuera, sobrevivir los tres primeros años en el mercado, que luego sería todo más sencillo”.

Set de grabación de la sesión de La Experiencia de Emprender protagonizada por tres emprendedores rurales de la provincia de Burgos

Y así lo hicieron, con ahorros personales, préstamos bancarios y los recursos aportados por el programa Emprendedores porque las ayudas prometidas no llegaron. También sacrificando gran parte de su tiempo libre para poder levantar el negocio, explica el empresario en una de las cuatro charlas de la campaña puesta en marcha por Fundación Caja de Burgos sobre emprendimiento innovador.

Años duros, recuerda Aitor, en las que las ayudas, ni siquiera aquellas que sí les fueron concedidas, llegaron para apoyar esa primera etapa como emprendedores rurales.

“Yo siempre mantengo que a la hora de emprender no hay que contar con las ayudas; si vienen, bienvenidas (…) pero hasta que no las veas en el banco, no existen. El trabajo bien hecho y la constancia es, al final, con lo único que puedes contar con toda seguridad, explica en la conversación que mantiene con otros dos empresarios Juan Cobo (Castro Valnera) y Nazareth Aparicio (Vermiduero).

Ayudas al medio rural

Para Aitor García la clave está en ayudar más a las pequeñas empresas con potencial para crear dos o tres puestos de trabajo, y que muchas veces por su tamaño o tipología de negocio muchas se salen de los parámetros de ayudas convencionales.

“Si las instituciones hablaran directamente con los emprendedores que quieren montar un negocio en el medio rural y conocieran las necesidades reales que tenemos, la efectividad de las ayudas mejoraría”, comenta.

 “En las zonas rurales las ayudas deben ser ágiles, deben llegar  cuando las necesitas y necesitas un primer impulso, no dos años después, si es que llegan. No se necesita un millón de euros para ayudar a las empresas rurales. Necesitamos efectividad, que lleguen cuando tienen que llegar”.   

Otro de los aspectos que destaca el emprendedor es la importancia de generar pequeños núcleos de producción en los que unos negocios impulsen a otros. “Cuanto más movimiento hay en los pueblos, la gente está más dispuesta a emprender. Si yo tengo una fábrica de quesos, y el de al lado monta otra de morcillas, va a haber un tercero que abra una tienda con los productos locales”, pone como ejemplo.

Conciliación 

En las escuelas de negocio, en las incubadoras  o en las carreras de administración de empresas hay una asignatura que no se enseña jamás y que es imprescindible para garantizar la sostenibilidad en el tiempo de la empresa: cómo conciliar ser empresario o empresaria con las responsabilidades familiares.  Y más cuando eres un nuevo empresario.

“Se aprende a conciliar con el tiempo; si tú no estás feliz en tu casa, la empresa lo nota. Uno de los grandes aprendizajes es saber cuando tienes que parar o bajar el ritmo”, comenta el cofundador de Usanza.

Dicen que el emprendimiento, a pesar de ser “una yincana” o “una carrera de obstáculos muy intensa”, en cierta forma, les ha permitido llevar el estilo de vida que querían “sin tener que pedir permiso a nadie”.

“Ser emprendedor me permite poder buscar al crío todas las tardes al colegio. No me importa levantarme a las cinco y media de la mañana, quedarme sin vacaciones…. porque hay cosas que para mí valen más. Quizás esa libertad es una de las razones por las que muchos pensamos en emprender”, asegura Aitor García.

Uno de los soportes publicitarios, ubicado en la Avenida Reyes Católicos de Burgos, con la imagen del emprendedor de Usanza, Aitor García

Alta cocina adaptada a la hostelería

Usanza se abre camino en las cocinas de muchos restaurantes y servicios de catering del norte de España por ofrecer soluciones culinarias que se traducen en ahorro de tiempo y recursos para los establecimientos hosteleros.  En su web disponen de un catálogo de productos  (croquetas, escabechados carrilleras, jugos o salsas tradicionales, guisos, conservas) que, generalmente, requieren mucho tiempo de elaboración y conocimiento de las recetas tradicionales.

Para que un alimento pueda considerarse de quinta gama debe haber seguido una elaboración basada en la cocina tradicional pero con capacidad para incorporar procesos como la pasteurización y esterilización a bajas temperaturas para su conservación sin sacrificar el sabor y las propiedades organolépticas originales sin necesidad de aditivos o conservantes.

Los alimentos de quinta gama se han abierto camino en la restauración porque permite unir cocina saludable, tradicional y de proximidad con una gestión eficiente de la cocina. Es decir los restaurantes pueden gestionar mejor su espacio, el tiempo y los recursos humanos que necesitarían para cocinar estas elaboraciones que exigen tanta dedicación.

En este sentido, el valor que aporta Usanza es haber detectado, hace más de ocho años, esa necesidad en el sector hostelero.

“Hay empresas, grandes y pequeñas, que se dedican como nosotros a la elaboración de productos preelaborados, pero nuestro aporte es tener la capacidad de cocinar estos productos de la manera que se hace en las propias cocinas de los restaurantes, pero fuera de la hostelería, y con la capacidad de adaptarlo y personalizarlo para cada cliente”.

Dar un servicio de proximidad también es uno de los valores de Usanza que defiende el empresario. “Nos gusta poner el foco en la cercanía: nosotros servimos también a los pueblos que tenemos al lado. De qué te sirve elaborar un buen producto, si el bar o el ultramarinos de tu pueblo no lo puede adquirir”.

Cuando en la conversación de La Experiencia de Emprender la periodista pregunta si ha merecido la pena tanto esfuerzo para desarrollar su proyecto en el medio rural, Aitor García no duda.

«Ha habido momentos duros porque es complicado encontrar el equilibrio con tu vida personal cuando estás luchando por que tu negocio sobreviva… pero la parte positiva es que es una gran satisfacción ver que algo que has creado desde cero, funciona y tiene futuro», concluye.

La experiencia de emprender | Emprendimiento rural
* Vídeo resumen de la conversación con Aitor García de Usanza:

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